Proceso complejo y delicado, que se prolongó durante varios meses, puesto que en él residía parte del propósito de esta intervención que era devolver, en la medida de lo posible, el esplendor que en origen mostró la capa procesional de la Virgen del Carmen.
Para ello fue imprescindible recurrir a los distintos archivos gráficos que mostraban la pieza tal y como se concibió en 1891, documentos sin los cuales no hubiera sido posible ejecutar este trabajo con la misma rigurosidad.
Asimismo fue necesario cuantificar y localizar todas aquellas piezas originales para, finalmente, reubicarlas a su localización original, lográndose así recomponer un diseño que guardase la mayor similitud posible con el original.