La guarnición bordada de esta capa se realizó mediante la técnica del “bordado en oro a realce”.
El tisú que se empleó como soporte fue realizado en un telar, no obstante, los pequeños fragmentos existentes no permiten identificar si éste era manual o mecánico. Aun así se trata de un tejido de gran calidad material y cierta complejidad técnica.
Así mismo, las distintas piezas bordadas que conforman la ornamentación pueden clasificarse en dos grupos según el tipo de preparación empleada.
Por un lado están aquellas cuyos soportes de relleno se componen por fieltros y cordoncillos de algodón. Estos cordoncillos o guías sirven para aportar un mayor volumen y, al mismo tiempo, ayudan a que las puntadas destinadas a fijar los hilos de oro queden perfectamente paralelas y rectas entre sí.
La otra tipología de piezas son las denominadas “cartulinas” para cuyos rellenos se emplearon estrechas tiras de cartón rígido.
Los numerosos efectos producidos por la forma de fijar los hilos de oro a sus soportes de relleno confieren al conjunto una apariencia muy rica y efectista. Entre los puntos de bordados destaca la presencia de setillos, ladrillos, medias ondas, rombos, cartulinas, jiraspes, escamados de lentejuelas y canutillos trenzados, entre otros.
La combinación de distintas técnicas, el virtuosismo con que se combinaron y trabajaron los materiales así como la diversidad de puntos de bordados que se ejecutaron convierten a esta capa, sin duda, en una de las obras cumbres del bordado en oro isleño.